La amenaza vegetal global que suponen los incendios forestales tiene consecuencias ambientales y sociales.
Parte II del artículo:
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Fuerzas de Seguridad y Emergencias
Como se podía leer en la parte primera de este artículo, un incendio es un accidente y a la vez una catástrofe con la que es muy difícil combatir.
Cuando se declara un incendio, ya es muy difícil de solucionar y llevará al menos varias semanas tratar de controlarlo y contenerlo para después extinguirlo.
Los bomberos y servicios de emergencia idean estrategias de control y contención para estabilizar el incendio cosa que se complica cuando hay varios focos.
En este caso se pasa de tener un problema a varios problemas a la vez. Ya no sólo se trata de contener ese fuego sino de establecer un perímetro de seguridad suficiente para poner a salvo a todas las personas de aquella zona.
En todos los incendios han participado los bomberos de todo el territorio peninsular. Pero también a sido necesaria la colaboración de la unidad militar de emergencias (UME) la cuál interviene en casos graves y de gran emergencia.
Es esencial la coordinación y creación de un gabinete de crisis desde el que se articulen las acciones a llevar a cabo desde los distintos puntos de control y mando.
En estos casos se hace necesaria la preparación y actuación disciplinada, metódica y de organización militar de cuerpos como Protección Civil, Policía, Guardia Civil, Ume, Cruz Roja y otros efectivos llegados de países cercanos.
Ante una emergencia grande se hace necesario coordinar el empleo de medios aéreos y terrestres para la extinción de estos enormes incendios.
El problema surge sobre todo cuando se declaran incendios en varias provincias y varios países cercanos en donde las posibilidades de sofocarlos son menores al no poder colaborar conjuntamente entre todos esos medios.
El empleo del ejército en estas tareas así como de cuerpos con organización parecida son necesarios ante catástrofes que se escapan de control, catástrofes como el fuego que no negocian, que en realidad no quieren nada y que no obedecen a ningún plan preestablecido, quemando sin control todo lo que encuentre a su paso.
Es aquí donde nos encontramos cara a cara con nuestra faceta más antigua y ancestral en donde tratamos de salvarnos y salvar a nuestros semejantes cuando nos sentimos amenazados ante un peligro que nos supera.
Cada vez más parece que la solución está cercana a la prevención , vigilancia y concienciación ante un problema creciente de magnitudes y complejidad enorme.
Legislación y Protección Medioambiental
En todo lo concerniente al medioambiente existe sobre todo una base legal. Las leyes y normativas españolas junto a las directivas europeas delimitan lo niveles de protección medioambiental en un marco jurídico.
Existen tipificadas multas, sanciones, y delitos ecológicos de todas clases según su gravedad y alcance.
También en relación al tema hay todo un sistema en donde legalmente, según la denuncia de los hechos el asunto queda sujeto a la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECRIM)
Se puede consultar toda esta legislación y normativa la cuál es casi idéntica en todos los países. Sin embargo varían enormemente en la cuantía y gravedad de las sanciones así como la aplicación de castigos ejemplares los cuales dependen del juez.
Aunque no se trata de centrar todo este asunto en las sanciones y los castigos. Tal vez sea necesario otro tipo de actuaciones.
También hay que considerar que no es lo mismo un país en donde durante el año está todo nevado o llueve constantemente que otro más cálido en proceso de desertización. Estos dos países podrán tener una legislación similar y parecerá que en uno de ellos funciona y en el otro no. Sin embargo podríamos concluir de manera muy razonable que es más debido al clima propio que a su efectividad legal, prevención y aplicación de sanciones.
Análisis del panorama general
En la actualidad parece que padecemos un ataque global al medioambiente. Lejos de protegerlo cada vez parece que se trata de superar en atrocidad el año anterior.
Esta situación conduce a una desertización y deforestación global que cada vez será más cara a nivel medioambiental y por tanto social. Con frecuencia se proponen planteamientos en los que estas dos cosas van separadas cuando es justo lo contrario.
Viendo el número creciente de estos incendios que se superan cada año, parece que hubiese un interés por deshacerse de todo tipo de vegetación sobre todo en parques naturales y zonas de especial protección medioambiental.
En estos parques y parajes naturales que parecen ser el blanco de estos ataques, no se puede en ellos ni cazar, ni pescar, ni extraer madera, ni usar su espacio, ni urbanizar, ni extraer materias de ninguna clase. Tan sólo se pueden desarrollar pequeñas iniciativas locales.
Pero este tipo de iniciativas sostenibles describe a la perfección un modelo totalmente opuesto al sistema económico y comercial que hay instalado en la actualidad y que por una legislación débil, extremadamente lenta, en numerosas ocasiones denunciada como pactada, es incapaz de solucionar el problema.
Para cuando se pueda arreglar legalmente esta situación haciendo un pronóstico de su crecimiento exponencial, es lo más probable que no quede ya nada que quemar.
Sin embargo incluso desde el punto de vista de la depredación comercial que se lleva a cabo en la actualidad, tal como se entiende actualmente por varios grupos que así lo denuncian, el asunto no tiene futuro porque en él perdemos todos. Perdemos por un lado el presente y perdemos por otro el futuro.
Así haciendo un planteamiento muy básico como si fuera uno de esos programas infantiles como el popular «Barrio Sésamo» de hace varios años, a menos árboles menos lluvias, y si no llueve tampoco crecen plantas, y sin vegetación no se produce oxígeno, y sin oxígeno, todos morimos.
Parece que todo está ahí porque sí, pero obedece a un sistema ecológico del que todos formamos parte. Es igual que una nave autónoma que llevase su agua, aire y alimentos. Pues con el planeta Tierra pasa igual, se trata de un sistema cerrado.
Así es muy necesario mantener una biodiversidad cada vez más rica y favorecer los sistemas ecológicos naturales. Toda alteración de ese equilibrio nos afectará negativamente convirtiendo este lugar en inhabitable.
Se trata de incendios provocados en su gran mayoría, que pone en peligro a poblaciones enteras ahora y a todas las generaciones futuras. Se trata de incendios que calcinan un monte que tal vez se recupere dentro de cincuenta años o nunca porque construyan sobre el mismo.
Incendios en los que nunca aparecen responsables ni culpables, tal vez algunos sospechosos que finalmente quedan absueltos por falta de pruebas, en donde al final no es juzgado casi nadie.
¿Qué fue de la persona que provocó el incendio de Soria que se contaba en la parte I de este artículo, que dejó varios muertos y daños medioambientales de valor incalculable?. Y la persona que arrojó esa colilla desde un coche incendiando parte del parque natural del Sureste cercano a Madrid, ¿quién es, y dónde está?. ¿Qué pasó con todo aquello? ¿Y con los demás incendios?. Al final no se sabe quiénes fueron. Es más, al tratarse de negligencias de tipo accidental en estos dos casos mencionados, seguramente no lo sepan ni los interesados.
Son solo algunos ejemplos de la dificultad de evitar que todo esto se produzca. No hay manera de que alguien pague por ello. Aunque es peor aun porque, de encontrarlas, esas personas no podrían reparar todo ese daño producido de ninguna manera.
Más bien parece que la solución parte de nuevo de la prevención y sobre todo concienciación global y corrección en los hábitos peligrosos que se llevan a cabo a diario de manera aparentemente inofensiva y que pueden crear un problema enorme.
Casos fuera de España
Igual que se listaban varios incendios recogidos por la prensa este año por toda la península, en países cercanos ocurrió también parecido.
¿Cómo es posible que, como denunciaban recientemente los medios de comunicación, en Portugal se halla quemado ya este año tres veces más de todo lo quemado en los últimos 10 años?.
En esos mismos medios se ha denunciado como en el país luso, sólo en la semana anterior a mediados de agosto de este año aparecieron más de 1.200 incendios nuevos. ¿Cómo es esto posible?. ¿Quién está detrás de todo esto?, y ¿por qué ocurre ahora?.
La mayoría de esos incendios, denunciaban, producidos después de las siete de la tarde, respondían a un patrón en donde hay una organización perfectamente coordinada y que suponen, según las regiones o países más del 80 % del total estos incendios que son provocados.
En Estados Unidos y Australia se producen todos los veranos literalmente el infierno sobre la tierra. Millones de metros cuadrados son abrasados cada año en donde no vuelve ya a crecer nada. También ocurre en otros muchos países por todo el globo.
Este año a raíz del primer incendio ocurrido en Portugal se bautizó un nuevo término denominado «tormenta de fuego» para referirse a un fuego repentino y explosivo que arrasa varios cientos de metros en pocos segundos.
Este año por el aumento repentino de estos incendios, en Portugal sobre todo, a parte de las pérdidas materiales incalculables, se han cobrado la vida de numerosas víctimas las cuáles murieron dentro de sus coches en carreteras envueltas en llamas a miles de grados que lo arrasaron todo a su paso.
Es algo muy triste que una cosa así pueda ocurrir con los medios que se suponen hoy. Es también muy lamentable que las personas que lo provocaron sigan libres, y peor, que nunca se sepa quiénes fueron.
Parece que por muy dramática que sea una de estas historias, permanece envuelta en un halo de impunidad y anonimato demasiado cruel.
Cuando leía sobre estos casos ocurridos creía que era un relato de ciencia ficción, pero la realidad lo superaba. Es increíble que nos esté ocurriendo todo esto.
Especialmente dramático e inquietante resultó ver cómo en el mes de julio se produjeron incendios de enorme gravedad en la «costa azul francesa». Es algo que no había ocurrido. Tuvieron que evacuar a más de 10.000 personas.
Todo este verano demasiado largo han tenido como protagonistas a los países del Mediterráneo. Portugal, España, Francia, Italia y Grecia se han estrenado a diario con nuevos incendios de mayor o menor gravedad.
Parece que el problema ya no es local sino que afecta a regiones completas, regiones en donde el clima ha cambiado y es más seco y el suelo es cada vez un poco más desértico.
El Agua y el Clima
¿Hay lugar para la esperanza?
De seguir así parece que el próximo año ocurrirá de nuevo todo esto.
Los veranos son cada vez más secos, veranos que ya comienzan en primavera y terminan casi en invierno. Ahora los incendios son en casi cualquier época del año porque antes era todo más frío, más lluvioso y más húmedo.
Así en este sentido parece que la cosa irá a más.
Eso en relación al clima pero, ¿qué ocurre con la legislación?. ¿Es tan difícil vetar toda clase de explotación comercial en zonas de especial protección?.
Será algo tan sencillo como aprobarlo por ley, y no dejar margen para cambiarlo de nuevo en unos años, sino más bien reforzarlo legalmente y además ampliarlo.
Un territorio más protegido de esta manera es garantía de riqueza. Cualquier otro modelo que lo amenace creará unos indudables beneficios a muy corto plazo pero sin ningún futuro ni posibilidad de regeneración.
Parece que desde siempre cuesta firmar esta clase de acuerdos. Se teme un gobierno de talante ecologista aunque nunca lo hubo. Pero es peor porque cuando ha habido alguno que simpatizaba con esa manera de hacer el mundo, no se vio gesto alguno sobre el papel.
En estos casos tampoco hubo ni más leyes, ni más dinero, ni más protección quedando todo en actos simbólicos dirigidos a la esperanza futura.
Pero esos gestos y buenas acciones no sirven de nada si no se acompaña de acciones. No trabajar en el problema desde su raíz y demorar su solución no hará otra cosa que hacerlo más fuerte y su raíz más profunda enredándolo todo.
De esta manera llegados a ese punto ya no habrá manera de hacer nada porque lo raro y extraño será «el sentido común» convirtiéndose el mismo en una amenaza.
Así toda aquella persona que piense de manera coherente será considerada un enemigo del sistema, que es más o menos lo que ya ocurre ahora.
No obstante aún se está a tiempo de encontrar una solución y equilibrio a este conflicto que se nos plantea.
Propuestas de soluciones
Desde los distintos órganos de gobierno al menos no parece que se esté haciendo mucho. Tal vez se esté haciendo pero no se está divulgando esa tarea.
Crearía un cierto optimismo y un lugar para la esperanza saber que se está creando un plan real para solucionar este problema.
Igual que cuando aparece una crisis de algún tipo se crean «grupos de trabajo» especiales desde áreas multidisciplinares, se debería crear a nivel nacional e internacional un modo conjunto de actuar para ya no sólo dirigir políticas en este sentido, sino sobre todo «ponerlas en marcha» de manera visible.
Igual que ocurre con la Interpol a nivel transfronterizo, se podría crear algo similar a nivel medioambiental para esta protección. El trabajo conjunto de distintos países vecinos en esta legislación así como acciones concretas de puesta en marcha sería una manera hacer frente a estos problemas en las próximas décadas que serán muy difíciles.
Es algo parecido a los acuerdos de la Unión Europea, los cuáles demuestran tanta fragilidad como fragmentado está el mapa político de sus integrantes.
Tal vez se deba mejorar esa manera de difusión y sobre todo la implementación de esos grupos de trabajo haciendo al ciudadano de a pie participante.
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autor del artículo:
Jesús Pablo Alonso García
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