Invierno Vegetal
Durante el otoño las plantas se preparan para una estación en donde el intenso frío y las pocas horas de luz ralentizarán su vida.
Poco a poco los días se hacen más cortos desde mediados de Verano de manera casi imperceptible, pero que al llegar el mes de septiembre se hace bien visible, sobre todo desde mediados.
Esta percepción cambia según la latitud de manera que en regiones mas cercanas al ecuador la duración del día y la noche son muy parecidos con casi un número parecido de horas de luz.
Sin embargo, en esas otras regiones próximas a los Polos se notarán más este tipo de cambios debido a que son los días y las noches más extremos. En el caso del verano la cantidad de luz durante el día será muy próxima a las veinticuatro horas llegando en algunas zonas a ser de día durante todo el día debido a la propia inclinación natural del eje terrestre, y en invierno justo todo lo contrario, es decir, prácticamente todo el día de noche.
Las plantas, según dónde vivan, registran todos estos cambios en digamosló así, por medio de un reloj interno que poseen. De este modo las plantas tendrán una mayor o menor actividad vital según este número de horas de luz sobre todo.
Es importante destacar que hay otros aspectos que son fundamentales para el crecimiento de la planta como puede ser la temperatura ambiental, la humedad y desde luego los nutrientes.
Así pues la llegada del invierno supone una disminución de la actividad vital del vegetal para entrar en un período de descanso prolongado de más de tres meses aproximadamente, según la latitud como se señalaba antes.
Este descanso hace que el vegetal entre en un período latente donde su actividad se reduce al mínimo y por tanto permite que en nuestro jardín, balcón o terreno, realicemos podas en sus partes leñosas.
Según sea su naturaleza arbórea, agrícola u ornamental, podremos elegir este período de poda a primeros de invierno o bien a finales cerca de la entrada de la primavera, dependiendo de si el invierno entró tarde o pronto, o bien la Primavera es temprana o tardía.
El invierno sirve por un lado para que la planta descanse y por otro para desprenderse de lo que le sobra.
En este sentido las hojas caducas caen al suelo y junto a ellas todos aquellos parásitos que estaban sujetos a las mismas. Lo mismo ocurre con las ramas más débiles y deterioradas. Todo esto es muy positivo y útil debido a que estas partes muertas que caen sirven para dotar al suelo cercano de nutrientes muy necesarios en primavera.
Las heladas del invierno y primavera también purgan a la planta frente a partes muertas de la misma, y por descontando las nieves, la cuál, si ocurren, tienen un poder de arrastre enorme.
Todos estos factores hacen del invierno un regenerador natural que permitirá afrontar con más éxito la nueva vida de la planta.
Pero no en todos los casos estas plantas pueden hacerlo del todo solas. Podemos ayudar mediante podas y otros tratamientos para que este vegetal tenga un mayor potencial.
Podemos podar toda clase de árboles de manera que serán los de hoja caduca los que nos lo pondrán más fácil ya que desprovistos de hojas permiten ver todas su ramas, cuáles son las que conviene cortar y qué partes están mas dañadas.
En los perennes como las coníferas también podemos hacerlo viendo qué partes necesitan una mayor o menor ayuda.
Otras especies como el rosal también permiten este tipo de podas y por lo general toda especie leñosa.
Se puede hacer a lo largo de todo el invierno pero resulta mejor para la planta si se hace justo cuando va a comenzar la primavera.
Al margen de la poda también es conveniente preparar el terreno con abono en una primera fase de enriquecimiento del suelo.
Después en la segunda fase de abonado deberá realizarse a primeros de primavera cuando la planta comienza a echar los primeros tallos y hojas nuevas.
autor del artículo:
Jesús Pablo Alonso García
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