Las tormentas de Verano como clima extremo y su perjuicio sobre Vegetales es un aspecto cada vez más protagonista en la medida que se extrema el clima.
En Verano se producen alteraciones del clima muy señaladas a causa de las temperaturas elevadas.
Se produce de esta manera un contraste muy grande de temperaturas de modo que a la vez produce cambios en el agua.
En esta estación es muy frecuente ver como regiones templadas cercanas al mar Mediterráneo sufren estas variaciones encontrando el agua de ríos y lagunas muy calientes con medias cercanas a los treinta grados frente al granizo por debajo de cero grados encontrado tras caer una tormenta.
Hace un par de semanas lo hemos podido observar con detalle, como de repente de los cerca de 43 grados hemos pasado a los 18 grados por un ciclo de tormentas que estuvieron sobrepasando la península durante dos días.
Así, de la primera ola de calor de finales de primavera hemos pasado a un mes de Julio de los más fríos que se tiene constancia, computando sus primeros diez días, con un tiempo más propio de la primavera que del verano.
Y también hemos visto como este ciclo de tormentas por una parte refrescó el ambiente, pero también produjo miles de rayos y relámpagos, vientos localizados muy fuertes, y muchísimo granizo, un granizo del tamaño de una cereza grande que por donde pasaba producía daños materiales y sobre las cosechas, arrasándolo todo a su paso.
Proceso de generación de Tormentas
Unos años antes u otros después, la temperatura de la estación del Verano comienza a elevarse.
Cada día la tierra se va calentando más y se establece una temperatura media en el suelo que es difícil de variar hasta que los días son ya más cortos, cerca del Otoño.
Todos los días con Sol se reafirma la temperatura media que es cada vez más alta. Esta temperatura aumenta según avanza el día, y aumenta a la vez la evaporación de agua en suelos, cursos y acumulaciones de agua.
El vapor de agua, a medida que avanza la tarde, alcanza cada vez una altura mayor originando nubes. Estas nubes se van juntando y aumentando de densidad en movimientos cada vez más acelerados de desarrollo tormentoso.
El más conocido es aquel con forma de Yunque. La nube sufre un desarrollo por evaporación muy fuerte en la base que es desde donde se alimenta situada sobre los 2.000 metros, y se produce un crecimiento visible de su parte superior en formas redondeadas que al alcanzar una cierta cota cercana a las 8.000 metros se aplana debido a la presión existente no teniendo otra salida que la de crecer hacia los lados.
Al precipitar el agua que contiene lo suele hacer de manera brusca, por la tarde ya avanzada, incluyendo en muchos casos el comienzo de la noche.
Así se produce una bajada de temperatura desde los 36 o más de 40 grados hasta los 18 debido a la caída del agua que es parte de esa nube. Unido al viento que se produce una sensación térmica de frío aun mayor.
Al caer el agua sobre un suelo tan caliente, en principio se vuelve a evaporar de nuevo al instante originando una enorme humedad caliente y agobiante. Después, el agua que sigue cayendo refrigera todo bastante.
La bajada de temperatura por la caída del Sol permite que la tormenta deje de crecer y finalmente se estanque disipándose por lo general al final de la tarde y noche.
En el proceso tormentoso existen muchas variaciones entre las que está presente la tormenta eléctrica. Para ampliar la información sobre tormentas se puede visitar el enlace:
El daño de las Tormentas
Pero la tormenta es posible que sea mayor en tamaño por mayor temperatura y acumulación de agua cercana. En este caso se producen unos vientos muy violentos que suelen producir daños enormes en vegetación y cultivos.
También produce grandes daños materiales en poblaciones e infraestructuras a su paso.
Los elementos que son más perjudiciales para los cultivos serán en un principio la caída de granizo, después el viento, la caída de agua elevada, y la diferencia extrema de temperatura.
El granizo se produce cuando las gotas que por condensación van cayendo atraviesan capas de la atmósfera con temperaturas bajo cero.
Así estas gotas de agua líquida caen sobre las primeras que se hielan, haciendo cada vez más grandes esferas de hielo que crecen en anillos de modo concéntrico y que caen violentamente a gran velocidad sobre el suelo desde una altura de más de 2000 metros.
Si en el suelo hay cultivos los mismos se verán dañados por roturas de tallos y ramas, perforación de hojas, y destrucción de frutos y flores. Es como si una lluvia de proyectiles impactara sobre esas plantas, destruyendo en su totalidad la zona afectada.
Los daños serán de mayor o menor grado dependiendo del tipo de cultivo. En este sentido en relación a las hojas, los árboles de hoja perenne como Olivos o Coníferas, se verán menos afectados por dichos impactos debido a que sus hojas presentan una superficie reducida y estrecha.
La cosa es bien distinta cuando se trata de árboles de hoja caduca y más grandes como por ejemplo una Catalpa, la cuál produce hojas de gran superficie de más de treinta centímetros.
A parte de la prácticamente destrucción de la totalidad de la hoja, obliga al vegetal a producir nuevas hojas, que ya serán de menor tamaño y además tardarán un tiempo en salir, eso si después de los impactos sobreviven los troncos y tallos. Esto perjudica claramente al vegetal.
En el caso de cultivos como lechugas o tomates dependerá mucho de si esta caída de granizo se produce en plena temporada de producción de frutos o bien si es al comienzo o finales. En cualquier caso los daños serán cuantiosos.
También se producen daños por la acumulación de este hielo caído al suelo junto a cultivos. Con frecuencia este hielo sepulta las plantas más pequeñas. Y las que son mayores terminan rompiendo sus tallos por helada ya que pueden pasar más de 24 horas hasta que este hielo halla desaparecido totalmente.
Después en orden de daños estaría el viento.
En el caso del viento los daños se producen por la virulencia de la tormenta y las diferencias de presión que ejerce a su paso por el territorio.
Aquí, también se producen en el mismo orden anteriormente descrito, daños en las hojas, aunque quién más sufren son las estructuras grandes y más rígidas. Es el caso de ramas y troncos de árboles y arbustos.
Si el viento es localmente muy fuerte y se concentra en pequeños puntos, es capaz de ejercer una presión enorme que arranque y tumbe dichas especies.
Este viento a parte de local puede ocupar grandes extensiones de modo que se vean afectadas todas las especies de una amplia región y puede durar sólo media hora al paso de cada tormenta.
Pero pueden ser varias tormentas las que pasen por una zona, según los vientos, en una misma tarde.
En cualquier caso, se produce una afectación total sobre la fauna que es incluso más dramática en época de cría.
Si ya en estas condiciones lo tienen difícil los adultos, una tormenta puede mermar bastante las poblaciones sobre todo cuando se trata de pequeñas aves que se crían en nidos sobre árboles.
En tercer lugar la caída de agua elevada es un problema grande para los vegetales.
El agua es necesaria para las plantas, pero si les llega de manera extrema, por una parte producirá deslizamientos de tierra y por tanto su arranque del suelo.
Y por otro lado cuando se trate, como antes, de plantas de hojas grandes y blandas, éstas al empaparse en exceso, y junto al viento, pueden golpearse contra otros objetos o los mismos vegetales próximos de manera que se desprendan parte de los mismos.
Si la acumulación de agua se prolonga, el vegetal, según de cuál hablemos, podría pudrirse.
Cuando un vegetal es afectado, después de los primeros daños hay multitud de insectos que aprovechan para introducirse en el mismo, bien en sus hojas o frutos, para alimentarse, acabando con ese fruto u hoja dañadas.
También afecta a la Fauna en donde si son crías muy pequeñas puede enfermarlas por baja temperatura al permanecer mucho tiempo mojadas.
Y también afecta a las crías de nidos en las zonas de rivera en donde a parte del viento, una crecida de las aguas resulta igualmente peligrosa.
Por último la diferencia extrema de temperatura es uno de los daños que no se suele considerar porque es casi invisible cuando se produce.
La temperatura extrema afecta al rendimiento de una planta tanto por ser muy fría como por ser demasiado caliente.
Si llega a producirse la helada será soportable para plantas leñosas. No será así en aquellas con hojas caducas. De producirse fuera de las estaciones previstas, origina quemaduras totales o parciales en la hoja y después su pérdida.
Si por el contrario es un calor muy alto y la planta no puede soportarlo, muy seguramente se produzcan daños idénticos pero por calor, con un resultado idéntico.
Esto problema se puede consultar en: https://www.jardinesdesemiramis.aguadul.com/protegetusplantasdecalorinas
Y sin llegar a los extremos, el estar la planta muy próxima a esos valores, producen una fatiga en la misma que acortará su vida y rendimiento, y por tanto su envejecimiento prematuro en hojas y conjunto general del organismo.
Unas hojas dañadas resta eficacia a la fijación de carbono y a la incorporación de nutrientes, la producción de frutos y flores, teniendo de este modo menor ventaja en crecimiento y propagación respecto de otras especies.
Medidas de Protección
Así, como se ha narrado antes, las tormentas en general originan con frecuencia daños imprevisibles.
En lo concerniente al cuidado de nuestras plantas podemos situar sobre las mismas, si es un pequeño jardín o bien un patio o una terraza, una pequeña malla de tela.
Con esta protección conseguiremos dos cosas, primero, suavizar el impacto del Sol directo sobre nuestros pequeños arbolitos y plantas pequeñas, reduciendo de paso su evaporación y daños en hojas, y en segundo lugar, evitar la caída de granizo, lluvia extrema, así como otros objetos sobre las mismas.
Dicha malla permite una circulación del viento constante de modo que ni corre riesgo la instalación ni la oxigenación del espacio ya que está abierto por los laterales.
En algunos casos, según la configuración del lugar, puede colocarse adicionalmente una malla a modo de pared frontal en uno o dos lados si es el caso de entrada de vientos muy grande o Sol muy directo. En cualquier caso, los otros dos lados de dicha estructura permanecerán siempre abiertos.
Existen también para plantas más delicadas que conviven en un sistema semi-exterior de estructuras más rígidas de invernadero.
Aquí, se produce un intercambio de aire y temperatura con el exterior mediante unos mecanismos que mueven el techo y que consiguen las ventajas antes mencionadas.
Estos invernaderos pueden ser de pequeñas dimensiones para un uso más doméstico o bien ser estructuras más rígidas y complejas.
Cualquiera de las opciones de protección son válidas. También es posible que se nos ocurran otras soluciones.
De todos modos, teniendo un conocimiento sobre el tiempo atmosférico que se producirá y una precauciones mínimas, podremos tener un hermoso jardín dándole así los mejores cuidados.
autor del artículo:
Jesús Pablo Alonso García
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