Archivos mensuales: septiembre 2017

Cómo perciben el otoño las plantas

Frutos del acebo en el mes de septiembre.

Cómo perciben el otoño las plantas

Todos los años son distintos de modo que unas veces se adelanta la primavera o se alarga el invierno. En otros casos el verano llega de repente sin apenas primavera y otras, como ha ocurrido este año, el verano que llegó dos meses antes, da la sensación de que ahora se marcha también antes.

Los meses de julio y agosto, dentro del calor propio de la estación, se vieron envueltos en tormentas que durante semanas completas parecían más bien tratarse de estaciones frescas y lluviosas. Este año ha habido un clima tan anómalo, que observando fotos distintas realizadas cada día, se podría afirmar que unas eran de un invierno templado o de un otoño lluvioso.

Hubo frentes de nubes que cuando llegaron a la península, no tuvieron ningún reparo en descargar gran cantidad de agua, creando torrentes y granizo.

Sin embargo, la sequía continuó, porque aquello fue un respiro para refrescar el ambiente de los calores tan dañinos que tuvimos, pero era tal la cantidad de agua que hacía falta por el bajo nivel de los embalses y cauces de los ríos, que toda esa lluvia caída en una semana no se percibió apenas.

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En ese sentido, las plantas han sufrido este año un fatiga muy grande por una desorientación en el clima donde, desde finalizado este invierno que fue cálido, se pasó a una primavera de apenas un mes para situarnos en un verano que parece comenzó en el mes de abril.

Las plantas, como se explicaba en https://jardinesdesemiramis.aguadul.com/protegetusplantasdecalorinas han sufrido por una parte sequía con una primavera sin lluvias que ha perjudicado mucho todo el ciclo ecológico. Y las plantas que consiguieron arrancar, con mucha merma y una gran mayoría atrofiada en su desarrollo, se encontraron con aun menos lluvias en los meses siguientes, y un calor demasiado abrasador. Muchas de estas plantas perdieron sus hojas, y cuando aflojó el calor, salieron otras nuevas, más pequeñas que las primeras, pero que sirvieron para que pudieran sobrevivir.

Ahora al poco de llegar el mes de Septiembre, el tiempo comenzó a refrescar más que otros años. Junto a unos vientos cada vez mayores y algún frente nuboso que pasó por distintas provincias, hizo entender que el otoño se adelantaría.

Este año el otoño entrará el viernes 22 a las 20 horas solares ( 22:02 horas, hora Peninsular ), pero parece que hubiese comenzado a finales de agosto.

En cualquier caso lo que parece que sí hace falta son lluvias que no terminan de llegar. Las temperaturas bajaron y nos tuvimos que poner a primeros, manga larga. Hubo noches de esos días en que la temperatura cayó hasta los 10 grados en la zona centro, en verano.

Todo esto se menciona para poder hacernos una idea de los daños que han sufrido las plantas, su estrés y su fatiga.

Así, un otoño anticipado dará dos lecturas. Una según la cuál la planta que tuviese hojas nuevas, salidas tras el golpe de calor, tendrán una capacidad prolongada de superar incluso el mes de octubre de una manera holgada, dependiendo de cómo de severo sea esta estación.

Hojas de níspero dañadas por el calor, viento e insectos.

Los daños en las hojas.

En el caso de esas plantas que siguen con las mismas hojas de primavera, les sucederá una caída temprana de las mismas debido a que estarán muy estropeadas por todos los daños normales sufridos en todo ese recorrido.

Lo normal es que las hojas pierdan partes al ser comidas por insectos y aves que las encuentran apetecibles más si cabe cuando este año hubo pocas. También estas hojas sufren ataques de parásitos de toda clase que dañan sectores de la misma o bien la hacen enfermar por completo.

Otro ataque es el de esas calorinas mencionadas en donde se secaron amplios sectores de la misma aunque con capacidad suficiente como para continuar.

También hay daños mixtos en donde una parte seca de esa hoja es más vulnerable a la resistencia del viento el cuál termina secando aún más esas zonas próximas produciendo mayores grietas y huecos que hacen perder partes de la misma.

El tronco y la raíz también sufren pero son más duros y los daños menos visibles. De modo natural, cuando la planta se adapta a este cambio progresivo del cambio de estación, lo primero que hace es aminorar su ritmo vital.

Esto se consigue de manera que las hojas dan una lectura general al resto de la planta de manera que registra por una parte las horas de luz que cada vez son menores. Por otro lado va registrando los cambios de temperatura que se producen.

Todas esas métricas dan instrucciones al organismo para que se vayan cerrando ciertos conductos que unen el tallo con la hoja. Esos conductos quedan poco a poco sellados con un material que en primavera se ablandará para dar paso a las hojas nuevas. Durante todo el invierno ese tallo quedará sellado.

Hojas de níspero dañadas por el calor, viento e insectos.

Maneras de otoñar.

Hay también un tipo de sellado seguido por algunos árboles en donde esas hojas permanecen en su mayoría sujetas al tallo para después caer al llegar la primavera. Es el caso de los robles. Por una parte se protege la zona donde saldrá la hoja nueva y por otro lado esa hoja seca que caerá en primavera, servirá de abono y aporte de nutrientes a este mismo árbol.

Según las especies en unos casos será un cierre interno mientras que en otras consiste en una yema que se mantiene resinosa durante el invierno. Este es el sistema seguido por los castaños de indias. Cada especie de planta usa su propio sistema.

En otras como la cryptomeria, que es parecida a una tuya perenne con hojas puntiagudas pequeñas, sigue un modo conocido como marcescente. En estos casos la hoja se seca pero permanece pegada al tallo. Cuando llega la primavera, se pone en funcionamiento de nuevo.

Su comportamiento es más parecido al de una planta perenne. La diferencia es que cesa su actividad totalmente, pero manteniendo sujetas las hojas, hasta que las condiciones son óptimas. En ese momento las hojas de color marrón seco se vuelven verdes poco a poco.

En otra clase de árboles se entiende esta denominación no como una reactivación de la hoja sino como una permanencia en el tronco de la misma hasta la primavera en que definitivamente se cae. El ejemplo más conocido es el de los bosques formados por robles melojos.

Pero estas plantas marcescentes, también pierden hojas. Lo hacen durante todo el año, sobre todo mientras tienen más actividad. Algunas claramente dejan de servir incluso después de pasado el invierno. La planta lo valora, y si está muy inservible, simplemente no se pone en marcha y posteriormente se cae.

Las plantas perennes son esas otras que mantienen una actividad todo el año. Están vivas en todo momento, tanto sus raíces como sus troncos y tallos permanecen activos.

No obstante, no es tan óptimo como pudiera parecer. Sería muy productivo poder disponer siempre de estas plantas, en su mayoría coníferas, para hacer la fotosíntesis todo el año proporcionando mayor cantidad de oxígeno.

Pero lo que ocurre en realidad es que aunque ciertamente las plantas perennes sí funcionan todo el año, su actividad disminuye. Sus hojas siguen siendo de un color verde pero tan solo realizan un 11% o un 15% de su actividad fotosintética.

Por esta razón, los ciclos de fijación de carbono de la atmósfera y la actividad fotosintética son uniformes a nivel global de manera que la cantidad de oxígeno que se produce es siempre igual. Todo depende de la cantidad de árboles presentes.

De este modo, la producción de oxígeno depende de que la masa forestal sea mayor por plantación y crecimiento de bosques y selvas, o bien disminuya por los incendios, la tala de árboles y deforestación agrícola.

Ejemplos de árboles de hoja perenne son los pinos, abetos, magnolios, nísperos, y encinas entre otros.

Los árboles de hoja caduca son aquellos que como se explicó al comienzo, dejan caer sus hojas al término del verano.

Es una manera de renovación en donde la planta se desprende de todas esa hojas que ya han perdido eficacia en su función y que además presentan numerosos daños.

Bosque otoñando en el mes de septiembre.

El otoño

En el otoño además, ocurre que las horas de luz son cada vez menores. Esto es producido por el movimiento de La Tierra alrededor del sol en su movimiento de translación, en donde el ángulo del eje terrestre que no varía ,hace que hacia el invierno los días duren menos horas. Al contrario, de camino al Verano, estos días se hacen más largos.

En el otoño ocurren varios procesos de caída de hojas y desprendimiento de partes de la planta, en mayor medida que el resto del año. Así, las plantas perennes también se desprenden de hojas durante todo el año, pero lo hacen de manera gradual como antes se comentaba.

Por eso, si nos fijamos, en un pinar por ejemplo, el suelo está siempre cubierto de hojas secas todo el año. Son hojas que caen de manera constante según determina el árbol.

En esos procesos de renovación, ocurren a la par otros fenómenos como la transformación de esa materia orgánica. Así, con ayuda de las primeras lluvias y la humedad que ya se instala en esta estación, surgen hongos y setas de todo tipo que aprovechas esa materia orgánica para su sustento. Es una manera de transformar esa materia y devolver los nutrientes al suelo.

Existe toda una cadena de transformación que ocurre hasta la llegada del invierno, donde casi todo está dormido, es frío y aparentemente estéril. Después con la primavera y el aumento de la temperatura y horas de luz se comienza de nuevo el proceso vital.

Flores del níspero en diciembre y enero.

Frutos secos y alimentos en el ciclo de la vida

Sin embargo las estaciones son distintas para cada especie vegetal. En líneas generales parece que en primavera todo se renueva y del letargo todas las plantas comienzan y después en otoño cesa toda actividad.

Pero si esto fuese así, también se interrumpiría toda el ciclo y cadena ecológica. El caso es que durante el otoño hay numerosas plantas que dan frutos secos de toda clase. Comparado de hecho con otras estaciones puede que sea la más prolífica en este sentido.

Las plantas proporcionan frutos en primavera, verano, otoño e invierno en mayor o menor medida. Además hay numeras aves e insectos que sobreviven según el ciclo de estas plantas. Si esos animales tienen alimentos, pueden desarrollar su actividad.

No todos los animales hibernan como el oso, o viven una vida corta como los insectos que ponen sus huevas y mueren tras una año de vida. La mayoría de especies, reduce su actividad a unas pocas horas al día, pero sobrevive. Sin embargo necesitan comer y beber en ese tiempo aunque sea reducido.

El acebo es un árbol con frutos rojos que resulta muy nutritivo a gran cantidad de aves. Lo mismo ocurre con el tejo que ofreces unos frutos rojos comestibles, sólo el fruto y no el hueso.

En el bosque aparecen gran cantidad de bayas y otros frutos, que son adecuados para cada especie. Lo que para unos animales puede resultar nutritivo para otros es venenoso. Cada especie se guarda de un conocimiento exacto en este sentido en una tarea innata de miles de años.

En otoño dejan caer sus frutos los nogales, castaños y avellanos. En invierno lo hacen las encinas hasta enero. El níspero que renueva sus hojas a finales de agosto y primeros de septiembre, con sus hojas renovadas, produce flores en el mes de diciembre. Estas flores muy olorosas curiosamente, a pesar de la estación fría en la que salen, son el reclamo de algunas abejas y moscas que sobreviven en esta época. Esas flores serán en el mes de mayo el fruto del níspero.

Algo parecido sucede con el cerezo y el almendro que floran en enero y febrero. Por eso, en este sentido, la vida no se para un instante sino que se escalona de manera que algunas plantas que casi desaparecen en verano son relevadas por otras que comienzan su actividad en ese momento. Y así de modo sucesivo durante todas las estaciones.

También hay una diferencia notable si se compara la actividad de las distintas plantas que viven en latitudes diferentes. El otoño no es igual en todos los lugares.

En países nórdicos casi todo es invierno y las estaciones de primavera, verano, y otoño, se concentran en apenas cuatro meses. En el caso de países mediterráneos la duración es más equilibrada, y en los ecuatoriales no existen estaciones porque todo es un clima tropical.

Por eso cada planta se adapta a todas estas condiciones que serán diferentes en un país asiático con clima monzónico, o en otro de tipo tropical, o uno situado en el altiplano andino, muy diferente de un clima mediterráneo o polar.

Las plantas que viven las diferentes estaciones del año en distintas latitudes son a la vez una manera de variedad y adaptación evolutiva continua.

autor del artículo:

Jesús Pablo Alonso García

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